Lunes y en la calle llueve y yo escuchando el cuenta de la dulce Carola, un cuento que hace mucho lo hice mio, tan mio que me atreví a cambiar algunas cosillas...
- ¿ Tú crees en los amores a primera vista?
- ¿ Acaso existen otros?
Es la historia de un amigo, él y yo nos contábamos mil historias asomados a la ventana.
Un día estaba con la mirada perdida, y bajo la mirada del cielo a la calle, porque allí estaba ella, la dulce Carola, de gran belleza, radiante cruzaba la calle y a sus pasos detenía toda la ciudad.
Y mi amigo se quedó embobado mirando a aquella mujer, cruzando la calle... Ella iba pensando en lo suyo, sin dar importancia a lo que pasaba a su alrededor.
Desde ese momento, mi amigo supo que nada seria igual.
A la mañana siguiente, después de haber estado toda la noche pensando en aquella mujer, mi amigo salió a la ventana, se asomó... y allí la encontró. Aquella cita era diaria, aquella cita se convirtió en obsesión; día tras día mi amigo se asomaba a la ventana y la veía pasar, se preguntaba como sería ella, como sería su vida, como despertaría, como dormiría. Pasaban los días, y pasaban los meses, y mi amigo a veces creía percibir el perfume de ella desde el otro lado de la ventana. Creía escucharla tararear una canción y la melodía le perseguía durante todo el día. Y pasaban los meses, y pasaron los años... Paso mucho tiempo, y muchas veces estuvo tentado de cruzar la calle para decirle a aquella mujer, que: ¡ que diablos ! que la amaba.
Pero no lo hizo.
Y paso mucho tiempo, 4 años asomado a la ventana, planeando el momento preciso para acercarse a ella... y por fin tomó una decisión: sería ese día. Ese día terrible, mi amigo no la vio cruzar por la otra calle. Ella se había marchado.
Y mi amigo supo del sabor amargo de la derrota y siguió pensando en la dulce Carola.
Y soñó, soñó con retroceder todo el tiempo 5 años y así lo hizo. Él volvió a tener 15 primaveras y todo seguía igual, vio cruzar por la otra calle a la dulce Carola. Todo empezaba de nuevo.
Ahí tienes a mi amigo, con todo el futuro por delante, o con todo el pasado, no sé muy bien.
Volviendo a mirar por la ventana y encontrándose con aquella mujer; ahora jugaba con ventaja, conocía los plazos del tiempo que le quedaba. Aún así, dejó pasar el primer año deleitándose, planificando bien la declaración de amor.
Y un día se acercó a ella, y le preguntó "¿ y tú cómo te llamas?" y así cada día una pregunta parecida, "¿dónde vives?" "¿qué tal?" "¿estudias?"...
A veces, mi amigo creía que ella fijaba su vista en él, entonces, ahhhhhh amigo...entonces las palomas del parque volaba, los borrachos de las tabernas brindaban a su salud, los feligreses en las iglesias se abrazaban, y los soldados en primera linea de fuego se daban largos besos en la boca. Qué va. Ella no reparaba en él. Y pasaba el tiempo, pasaban los días, los meses y los años.
Y llegó el momento; no podía retrasar más la declaración. Al día siguiente se acercó a Carola como todos los días, y se hizo un silencio que pareció ser eterno, ahí pensó decir "¿por qué me despierto de madrugada mientras todos duermen?", pensó en decirle simplemente " Quédate conmigo, por favor".
Y por fin: "¿qué tal ayer?"
Era inevitable. Mi amigo sabía de la derrota, y a mi no me sorprende mucho, porque creo que alguien dijo una vez: que " Los amores cobardes, no llegan ni amores, ni a historias; se quedan ahí, ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar".
Un día, mi amigo me contó el cuento de la dulce Carola y me preguntó: "¿Te lo crees?" y yo le dije: "Si yo te contará... yo sé lo que es desaparecer en el momento preciso, yo sé lo que es repetir la historia una y otra vez... yo te entiendo"
Mi amigo y yo aprendimos que hay que tener memoria para no repetir los errores y saber que la historia no se debe de repetir.
Mi amigo y yo aprendimos que lo único que se pierde es lo que no se intenta.
- ¿ Tú crees en los amores a primera vista?
- ¿ Acaso existen otros?